Hepatitis C en Cordova











Córdoba, Argentina – En la Argentina y gran parte del mundo occidental, la mayoría de las personas que padece hepatitis C, está infectada con el subtipo (genotipo) 1 del virus, lo cual complica el tratamiento, porque sólo alrededor del 45 por ciento de los pacientes responde a la terapéutica estándar con interferón pegilado y ribavirina.
Sin embargo, en el ambiente “hepatológico” se ha recibido con beneplácito la aprobación de los medicamentos telaprevir y boceprevir desarrollados, precisamente, para este grupo de pacientes.
Estos fármacos fueron autorizados en Argentina por ANMAT en octubre de 2012 para administrarse junto con los convencionales.
Con esta terapéutica “responde casi el 80 por ciento de los pacientes, pero el problema es que todavía no los cubren todas las obras sociales y el tratamiento es caro, ronda los 30 mil pesos”, dice Silvia Mengarelli, jefa del Servicio de Hepatología del Hospital San Roque y Coordinadora de la Unidad Centinela Córdoba y Programa Nacional de Control de Hepatitis Virales.
De todos modos, Córdoba tiene la particularidad de que en la Capital, Villa María, Cruz del Eje y Río Cuarto hay una alta prevalencia del genotipo 2, cuyo tratamiento es más efectivo. Esta predominancia fue detectada por Mengarelli, en un estudio realizado en casi 4.000 personas. En relación con la terapéutica el hallazgo implica –si cabe el término– un poco de suerte, ya que entre el 85 al 90 por ciento de los pacientes con genotipo 2 responde en 6 meses al tratamiento estándar con interferón y ribavirina.
Por otra parte, la especialista agrega que en la Quinta Reunión Latinoamericana de Hepatitis realizada a fines de febrero en Cancún (México), se anunció que “se investigan otros medicamentos que se administrarían por vía oral, con lo cual se podría dejar de usar interferón, que es inyectable”.
Es que, además de tener que inyectarse periódicamente ese medicamento, los pacientes soportan frecuentemente efectos secundarios como cansancio, dolor de cabeza, insomnio, irritabilidad o depresión.
Ortiz admite que “es un tratamiento muy duro, muy difícil, hay que cuidar al paciente, es más, hay que estar para ese paciente”.

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